LEYENDAS DE MARISCAL NIETO

LEYENDAS DE MARISCAL NIETO

El Mar y el Cerro Baúl

Hablan los antiguos pobladores de Moquegua que una vez el Mar quiso tragarse a la Tierra. Fue esa vez cuando llovió y llovió sin parar días, semanas, meses, años. Fue tanta la lluvia que el Mar se puso insolente, al verse con más fuerza.
-¡Ahora sí devoro a la Tierra! –dicen que exclamó–- ¡Estoy cansado de que me impongan estas playas que limitan mi poder! ¡Yo no más debo existir en el mundo! ¡Yo, sólo yo, y nadie más! ¡¡Yoooooo!!- gritaba desaforado el impetuoso Mar.
Y dicho y hecho, el Mar desde lo más profundo de su ser, comenzó a levantarse en inmensas olas, y avanzó y avanzó hacia los puertos, hacia las ciudades, hacia los campos, y todo lo fue devorando. Nada ni nadie se salvaba de las violentas embestidas de las gigantescas olas. Las gentes morían ahogadas, otras se escapaban a las partes más altas de los cerros, de las montañas, pero tarde o temprano el agua insaciable los alcanzaba.
Así pasó el tiempo. Toda la Tierra se cubría de agua. Todo fue volviéndose agua, agua y agua. Las gentes fueron desapareciendo; los animales también; las aves cansadas de volar, caían al mar; otras con las alas mojadas ni podían volar siquiera: esperaban resignadas hundirse poco a poco en la oscuridad de las aguas.
Cuando todo estaba así, cuentan los antiguos que hubo aquí cerca un Cerro que se enfrentó al Mar.
Es imposible que las aguas cubran toda la Tierra. Si sucede así, los seres humanos desaparecerán, y no habrá quien admire el sol, el amanecer, ni la noche, ni las estrellas. Tampoco habrá la risa de los niños, ni la abnegación de las madres.
Desaparecerá el amor, la alegría; las lágrimas, los suspiros, las esperanzas. Dijo el Cerro. Y ese cerro se llamaba Cerro Baúl.
l Cerro Baúl, que estaba protegiendo a varios hombres, mujeres y niños que habían acudido en busca de su ayuda, comenzó a crecer y crecer; y por más que el Mar lo embestía queriendo derribarlo, fracasaba en su intento; y así siguió la lucha entre el Mar y el Cerro Baúl. Atacaba el Mar, y el Cerro incrementaba su fortaleza y se elevaba más. El Mar sufría de cólera.
Dicen que el Mar cansado, agotado, a regañadientes, se dio por vencido, y cada vez golpeaba con menos fuerza las colinas del Cerro Baúl, hasta que comenzó más bien a retroceder hasta donde eran sus antiguas playas… También dejaron de caer las lluvias torrenciales del cielo; seguro, comprendieron que debían ser amigas del ser humano…

De esta manera, el majestuoso Cerro Baúl le ganó al Mar; y los hombres y mujeres que él protegió bajaron a poblar nuevamente la Tierra.

El Secreto del Guardián

secreto_guardianSí, yo soy el guardián del cerro. Sí, yo lo soy. ¡Cuántas veces reclamaste mi presencia! ¿Cuántas? Dímelo, pero callas, ¿por qué el silencio amordaza tu palabra?. ¿Tú voz ya no existe?; ¿vas sólo a escuchar mi voz?… No debiera estar aquí delante de ti, pero lo has logrado. Has logrado lo que nadie durante años y años pudo conseguir. ¿Cómo lo hiciste? Quizá tu ambición lo consiguió. Quizá ella es tan poderosa; observo que la ansiedad en tu rostro adquiere la faz del destino que te va a devorar: ¡la ambición te hace su esclavo!
Es cierto que soy el guardián del tesoro que nada iguala en el universo y que la tierra oculta bajo mi custodia, bajo mi secreto. Y aquí me tienes ante tu atrevimiento; y quieres conocer el camino hacia el tesoro, camino en el cual sólo yo puedo orientarme, y cuando lo conozcas no tendrás tiempo para olvidarlo; porque es eterno; porque es el secreto de la vida para siempre, porque también es el de la eterna muerte. Es un retorno que no acaba nunca, porque jamás lo encontrarás.
Aquí en mi mano tengo el símbolo del tesoro: la cadena infinita. Es la llave que abrirá la puerta del tesoro jamás soñado por los hombres. Ah, sí supieras que la felicidad es no conocer lo que uno ambiciona, pero tu destino es, desde hoy, mi destino.
No es en vano tu presencia en mi tiempo; y te lo entrego porque para mí ya no tiene retorno;el retorno está en ti. Ése es mi secreto, y desde ahora es el tuyo; y allá en el fondo, en medio de la sombra de tu eternidad está el lugar donde lo guardarás: el camino hacia la entraña del cerro Baúl, camino del cual no se vuelve jamás.
Y si vuelves, serás una piedra más a los pies del majestuoso cerro, así como yo ahora.

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